Resumen
Estas líneas están escritas como homenaje a Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, con todo el cariño y con la esperanza de ser acogido con la benevolencia que demanda el ensayo. En todo caso, nunca podré dejar de agradecer a nuestro maestro que me permitiera salir sin brusquedad del encierro al que me había conducido el sujeto gnoseológico, el sujeto de la ciencia, siempre omnipresente en toda investigación. Siguiendo la estela de la matriz fenomenológica configurada por Urbina, entreví en el nivel superior ―el nivel de máxima ambigüedad―, y mediante trasposiciones sucesivas, el origen humano de los celos, que desbordan el simple comportamiento o el mero afecto. Los celos como fondo siempre desbordante en el proceso que nunca concluye de fijación de la identidad humana. Un camino que habían recorrido, con los medios de que disponían, los escritores del Barroco español en el contexto de los conversos hispanos y Miguel de Cervantes como centro.
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