Resumen
A las puertas del segundo milenio de la era cristiana, o sea de la época que ha tomado la imagen teándrica de Jesucristo como bandera tras la que se esconden los intereses conjuntados de la economía liberal, la llamada «democracia representativa» de la sociedad de masas y la tecnociencia extendida planetariamente y cada vez más volcada a la comunicación de noticias y la industria del espectáculo, un fantasma parece recorrer este mundo desolado: el fantasma de lo sagrado. Testigos de esta vuelta espectral son el auge del ocultismo, la proliferación de las sectas religiosas, la supuesta entrada en la New Age, presidida por la constelación de Acuario y, last but not least, el esfuerzo de los «eruditos», de los Religionswissenschaftler por encontrar «científicamente» una esencia unitaria de los distintos fenómenos religiosos que pueda unir a los hombres del planeta en una esperanza común. Pero, salvo el miedo al fanatismo o el hastío hacia la «ciencia de las religiones» que todos esos movimientos puedan producir, parece indudable que el agua tibia de esta zona templada en que se va convirtiendo la tierra no va a tornarse en corrientes de agua viva que dejen florecer justamente aquello que se echa en falta.
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